Skip to content

🐘 Yuka: el mamut lanudo que desafió el tiempo

En 2010, un equipo de científicos en Siberia descubrió a Yuka, un mamut lanudo juvenil que había permanecido 39.000 años atrapado en el permafrost.

A diferencia de otros hallazgos, su estado de conservación sorprendió al mundo: no solo mantenía piel, músculos y órganos internos, sino que los investigadores lograron extraer sangre líquida, algo nunca visto en un animal de la Edad de Hielo.

El permafrost actuó como una cápsula del tiempo, ya que las bajas temperaturas y la ausencia de oxígeno ralentizaron los procesos de descomposición, permitiendo que tejidos blandos llegaran hasta nosotros casi intactos.

Estos restos brindan información única sobre la biología, fisiología y ecología de los mamuts.

Los análisis genéticos de Yuka han aportado pistas sobre la adaptación al frío extremo, como el pelaje denso, la grasa subcutánea y variantes genéticas asociadas a la hemoglobina que le permitían transportar oxígeno a bajas temperaturas.

Además, la calidad de su ADN abrió la puerta a proyectos de biología sintética que exploran la posibilidad de recrear características del mamut en elefantes modernos mediante manipulación genética.

El hallazgo también refuerza la teoría de que muchos mamuts pudieron haber quedado atrapados en pantanos congelados, donde el lodo y el hielo sellaron sus cuerpos, conservándolos durante milenios.

Así pues hoy Yuka, si bien no es el primer mamut encontrado, sí es uno de los mejor preservados, convirtiéndose en un ícono de la paleogenética y en un recordatorio de cómo la ciencia puede recuperar fragmentos del pasado profundo de la Tierra.

Con información de Nature, National Geographic