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MICHOACÁN: ESTRATEGIAS FALLIDAS DEJAN HUELLAS DE VIOLENCIA DIFÍCILES DE OLVIDAR

Tras una elección muy cuestionada y con el miedo de ser destituido, en 2006, apenas 10 días después de asumir la presidencia, Felipe Calderón le declaró la guerra al narcotráfico, marcando el inicio de uno de los periodos más sangrientos y controvertidos en la historia reciente de México.

Fue el 11 de diciembre de 2006, cuando oficialmente lanzó el Operativo Conjunto Michoacán, movilizando a más de 6 mil 500 elementos del Ejército, la Marina y la Policía Federal con una meta: enfrentar al crimen organizado y recuperar el control del estado.

Pero el resultado fue devastador: más de 70 mil muertes violentas en el país, cárteles más poderosos y un tráfico de drogas que nunca se detuvo.

Durante el aumento de la violencia y el tráfico de drogas en el país, circularon rumores de que Calderón habría pactado con el narcotráfico para mantener el control. Se señalaba especialmente a los “Caballeros Templarios”, liderados por “La Tuta”, el grupo contra el que originalmente se dirigía su estrategia, pero que, irónicamente, se fortaleció durante su gobierno.

Además, durante el sexenio calderonista, las denuncias por extorsión se dispararon de 13 mil 435 a más de 32 mil casos, alcanzando un récord histórico. En Michoacán, productores agrícolas denunciaron cobros de “derecho de piso” y cuotas obligatorias, afectando su economía y provocando cierres de negocios y desplazamientos forzados.

Pero el estado vivió más de un momento de terror y controversia. En 2008, el Granadazo en Morelia sacudió la plaza principal: un explosivo en plena celebración del 15 de septiembre dejó muertos y decenas de heridos, mostrando el poder de los cárteles incluso en fechas simbólicas.

Poco después, bajo un operativo llamado el “Michoacanazo”, el gobierno investigó a varios alcaldes por posibles vínculos con el narcotráfico, pero tiempo después la mayoría fueron liberados por supuestas faltas de pruebas.

Tras una estrategia fallida y cientos de incidentes violentos, el sexenio de Calderón concluyó marcado por miles de muertos, personas encarceladas injustamente y más de 61 mil desaparecidos.

Tras el sexenio calderonista, con la llegada del presidente Enrique Peña Nieto, la estrategia cambió y se reavivó la promesa de rescatar Michoacán del terror.

Para ese momento, los michoacanos ya vivían años de creciente violencia, lo que impulsó a la sociedad a organizar autodefensas para enfrentar al crimen. La reacción del gobierno fue sorpresiva: decidió registrar estos grupos, armarlos e incorporarlas a cuerpos oficiales.

Sin embargo, la estrategia fracasó: muchas autodefensas se dividieron y se enfrentaron entre sí, el crimen organizado se fortaleció, y el comisionado encargado de supervisarlas fue investigado por corrupción, enriquecimiento ilícito y abuso de autoridad.

Pero la deslealtad no se limitó a las calles: Fausto Vallejo Figueroa, gobernador de Michoacán en ese entonces, también fue investigado por posibles vínculos con el narcotráfico. Sin embargo, nunca avanzó con seriedad en el caso, y la investigación se cerró oficialmente tras su muerte en 2016.

Las malas decisiones y estrategias del pasado fortalecieron a los cárteles y aumentaron su poder, dejando un rastro de sangre cuyas secuelas de violencia y dolor aún persisten hasta hoy.

De febrero de 2022 a junio de 2025, al menos siete presidentes municipales fueron asesinados en Michoacán.

Este fin de semana ocurrió el séptimo… Carlos Manzo fue asesinado enfrente de cientos de personas, en una de las plazas principales del estado y tan solo unos minutos después de estar con sus hijos.