En julio se conoció la fórmula rusa para multiplicar sus drones: se llamaba “unidades de refrigeración” y venía directo de Pekín. La sorpresa no era mayúscula teniendo en cuenta que Ucrania ya había abierto drones de Moscú y había confirmado la contribución china a la contienda. Se intuía que el acercamiento entre ambas naciones era extenso. Ahora, un puñado de documentos filtrados ha demostrado que Rusia no solo vende armas a China, también le enseña a usarlas.
Un nuevo eje. La publicación de centenares de documentos filtrados por el grupo hacktivista Black Moon ha revelado con claridad un escenario que hasta hace poco se intuía, pero del que no existían pruebas tan concretas: Rusia y China han tejido una cooperación militar mucho más profunda de lo que muestran sus maniobras conjuntas o sus discursos públicos.
Los archivos, analizados por el Royal United Services Institute (RUSI) en Londres y revisados también por medios como Associated Press y The Washington Post, muestran acuerdos firmados, listas de material, cronogramas de entrega y programas de adiestramiento que apuntan a un objetivo central: preparar a las fuerzas aerotransportadas chinas para una eventual invasión de Taiwán.
Venta de sistemas rusos. Según los documentos, Moscú se comprometió a vender a Pekín un lote completo de equipos para un batallón aerotransportado: 37 vehículos de asalto anfibio BMD-4M, 11 cañones antitanque autopropulsados Sprut-SDM1, 11 blindados de transporte de tropas BTR-MDM y varios vehículos de mando y observación.
El contrato, valorado en más de 500 millones de dólares, incluye además sistemas especiales de paracaídas capaces de lanzar cargas de hasta 190 kilos desde altitudes de 8.000 metros, con un radio de planeo de hasta 80 kilómetros. Este material, adaptado para integrar software y sistemas de comunicación chinos, permitiría a las fuerzas especiales penetrar en territorio enemigo sin necesidad de entrar directamente en su espacio aéreo.
Salto tecnológico chino. Más allá del hardware, los acuerdos contemplan entrenamientos impartidos por especialistas rusos tanto en Rusia como en China, en los que se transfieren tácticas, procedimientos y sistemas de mando y control probados en escenarios de guerra real.
Para Pekín, este componente es incluso más valioso que los propios blindados: Rusia posee décadas de experiencia en operaciones aerotransportadas que China aún no ha podido acumular. Mientras el Ejército Popular de Liberación moderniza a toda prisa su arsenal con el objetivo de igualar o superar a Estados Unidos antes de 2050, recurre a Moscú para cubrir un vacío crítico en doctrina y experiencia.