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Forense estadounidense habla sobre la complicación para identificar restos en la frontera.

Nadie lo sabe aún, pero dentro de una de las 25 bolsas de plástico blancas amontonadas en un remolque está el cuerpo de Bayron Adalberto López Fajardo.

Un equipo de la Universidad Estatal de Texas en San Marcos lo descarga con cuidado y mucho esfuerzo —pesa el doble que en vida— de un camión y lo coloca entre otras mortajas que, en vista de la cantidad de moscas que revolotean, llevan allí unas cuantas semanas.

Así quedará, descomponiéndose a la intemperie en un remoto rancho del suroeste de EE.UU., hasta que este grupo de jóvenes encabezado por la antropóloga forense Kate Spradley cumpla con su cometido.

Se hacen llamar Operation Identification y tratan de poner nombre a los migrantes que fallecen al cruzar la frontera de México con Estados Unidos, para que sus restos puedan ser repatriados.
Bayron Adalberto López Fajardo, de 21 años, partió hacia EE.UU. a finales del año pasado desde Nicaragua con su padre, Luis Adalberto López Peña, de 42.
Un mes y medio después ambos se ahogaron en el río Bravo.

Pero eso es algo que Kate Spradley y su equipo todavía no saben mientras clasifican los restos de Bayron con el nombre genérico de John Doe.

Un “desastre masivo”
“Mi mayor temor es que se entregue un muerto a la familia equivocada”, dice Spradley.

Es una mujer menuda de unos cincuenta años, con gafas de pasta y melena corta, y que tiene por costumbre soltar frases como bombas.

Y esta la deja caer cuando ya estamos finalizando la visita a Freeman Ranch, una propiedad de cientos de hectáreas que alberga las Instalaciones de Investigación Antropológica Forense de la Universidad Estatal de Texas, cuyo laboratorio y “área de descomposición” dirige Spradley.

En esta vastedad a medio camino entre las ciudades de Austin y San Antonio, a unas escasas tres horas en coche de la frontera con México, fundó en 2013 Operation Identification.