La ciudad palestina de Belén encendió el sábado su árbol de Navidad por primera vez en dos años, en un acto cargado de simbolismo y esperanza en medio del sufrimiento por la ofensiva israelí en Gaza, que ha dejado más de 70,100 muertos desde octubre de 2023.
A pesar de la lluvia, cientos de personas, entre ellos palestinos cristianos y musulmanes procedentes de Cisjordania e Israel, así como religiosos católicos presentes en Tierra Santa, se congregaron en la plaza del Ayuntamiento, junto a la Basílica de la Natividad, para presenciar el encendido del árbol, que no se realizaba desde el inicio del conflicto armado.
La ceremonia comenzó con el himno nacional palestino y un minuto de silencio en memoria de las víctimas en Gaza, donde la guerra ha generado una de las peores crisis humanitarias en la región.
Durante los últimos dos años, la economía de Belén se ha visto duramente golpeada por la ausencia de peregrinos, lo que ha obligado al cierre de hoteles, restaurantes y tiendas, sectores que dependen casi en su totalidad del turismo religioso.
Uno de los más afectados ha sido Jack Tabash, comerciante cristiano de más de 80 años, cuya tienda de artículos religiosos en la Plaza del Pesebre permaneció cerrada desde 2023. “Cuando no hay turistas, mucha gente sufre”, expresó. Aunque reabrió por la celebración, advirtió que deberá volver a cerrar. “Si hay paz es mejor para nosotros, para los palestinos y para los judíos también, para Israel también”, concluyó. Navidad como símbolo de unidad.
Aunque la mayoría de la población en Cisjordania es musulmana, las festividades navideñas son respetadas y compartidas por ambas comunidades. En la plaza se vivió ese espíritu de hermandad.
Abir Steyn, una joven musulmana de 27 años originaria de Salfit, asistió acompañada de un grupo de estudiantes universitarios. “Todos somos hermanos y hermanas”, afirmó. Para ella, a pesar de las dificultades que atraviesa Gaza, los palestinos buscan recuperar sus vidas, “celebrar un poco y ser más resilientes”.
Autoridades locales y religiosos destacaron que el encendido simboliza esperanza y resiliencia, en una ciudad golpeada por la falta de turismo y los efectos de la guerra. La tregua reciente abre la posibilidad de recuperar visitantes y devolver vida a los comercios que permanecieron cerrados.
