China logró aumentar su cobertura forestal al 25 % gracias a un ambicioso programa de reforestación conocido como la “Gran Muralla Verde”, con más de 78 mil millones de árboles plantados desde los años ochenta para combatir la desertificación. Sin embargo, un estudio reciente revela que este esfuerzo tiene un efecto inesperado: la redistribución de la humedad está provocando sequías en regiones densamente pobladas.
Los investigadores de las universidades de Tianjin, Agrícola de China y Utrecht explican que el aumento de vegetación incrementa la evapotranspiración, es decir, la evaporación del agua del suelo y la transpiración de las plantas, lo que modifica los patrones de precipitación. Como resultado, mientras algunas áreas, como la meseta tibetana, reciben más agua, otras pierden recursos hídricos cruciales.
El problema se agrava porque el norte del país concentra casi la mitad de la población y más de la mitad de las tierras cultivables, pero solo dispone del 20 % de los recursos hídricos, lo que representa un riesgo para la seguridad alimentaria y el desarrollo económico.
Los científicos advierten que estos cambios deben ser considerados en futuras políticas ambientales para garantizar una gestión sostenible del agua y del territorio en China.
