El Senado de Brasil aprobó el pasado miércoles una reforma fiscal que beneficiará a los trabajadores con menores ingresos y establecerá un impuesto mínimo para los más ricos, marcando una de las mayores victorias legislativas del presidente Luiz Inácio Lula da Silva.
La medida, que ya había sido respaldada por la Cámara de Diputados en octubre, es una de las prioridades del tercer mandato de Lula y deberá ser sancionada próximamente para entrar en vigor antes de las elecciones presidenciales del próximo año.
La reforma exime del impuesto sobre la renta a quienes ganan hasta 5.000 reales mensuales, alrededor de 930 dólares, y reduce la carga tributaria para quienes perciben hasta 7.350 reales, lo que beneficiará a unos 25 millones de brasileños.
El senador Renan Calheiros, aliado de Lula y responsable del proyecto, afirmó que la medida “corrige una anomalía histórica” en el sistema tributario, asegurando que quienes tienen menos paguen menos y quienes tienen más, paguen más.
Para compensar la pérdida de recaudación, se aplicará un gravamen mínimo a quienes ganan más de 600.000 reales al año, llegando hasta un 10 % para los ingresos superiores a 1,2 millones de reales, incluyendo dividendos empresariales, la principal fuente de renta de los ultrarricos.
Según el Ministerio de Hacienda, esta carga afectará apenas al 0,13 % de los contribuyentes, quienes actualmente pagan de media solo un 2,54 % de impuesto, menos que muchos trabajadores.
En un país con alta desigualdad, donde el 1 % más rico concentra más del 27 % de la renta total, esta reforma tributaria refuerza las promesas de Lula de hacer el sistema más progresivo y es clave para sus aspiraciones de reelección en 2026.
