El martes 11 de septiembre de 2001, Nueva York fue escenario de uno de los ataques más impactantes de la historia reciente: los atentados terroristas a las Torres Gemelas.
Ese día, miles de personas vieron en vivo cómo aviones comerciales, secuestrados por extremistas, se estrellaban contra los rascacielos del World Trade Center. Más de 2 mil 900 personas murieron y 24 desaparecieron, en un hecho que marcó a toda una generación.
Aquel ataque no sólo dejó destrucción en el Bajo Manhattan, también abrió un capítulo de guerra entre Estados Unidos y Afganistán, liderada por la supuesta autoría de Al Qaeda.
Las imágenes de humo, fuego y personas saltando desde las torres quedaron grabadas en la memoria colectiva, un fenómeno que los psicólogos llaman “recuerdo de cisne negro”: todos recuerdan dónde estaban y qué hacían ese día.
Los atentados fueron una serie de cuatro ataques coordinados. Dos aviones impactaron contra las Torres Gemelas, otro contra el Pentágono y un cuarto se estrelló en Pensilvania tras la resistencia de los pasajeros. Las transmisiones en vivo mostraban a un mundo entero en shock, mientras los presentadores de televisión no podían explicar lo que ocurría.
Además de las víctimas mortales, el ataque dejó heridos, pérdidas millonarias y una herida social que aún no sana. El lugar donde se encontraban las torres hoy es Ground Zero, convertido en un memorial y museo que cada año recibe homenajes a las víctimas.
Incluso en medio de crisis recientes, como la pandemia de COVID-19, la ciudad mantuvo sus conmemoraciones con minutos de silencio y lecturas de los nombres de las víctimas. En 2020, por ejemplo, familiares participaron a distancia con grabaciones, mientras que en el sitio se mantuvo la tradición con cubrebocas y sana distancia.
El 11 de septiembre sigue siendo recordado en Estados Unidos no sólo como un atentado, sino como el día en que cambió la seguridad aérea, la política internacional y la vida cotidiana. Un hecho que, 24 años después, sigue marcando la memoria del mundo.