Anoche, la Sala Oval del Museu Nacional d’Art de Catalunya se transformó en un templo bajo el efecto de Rosalía. No había escenario, ni focos, ni coreografías; había silencio, expectación y una atmósfera etérea que por un momento pareció suspendida en el tiempo. Allí, la cantante convocó a un selecto grupo de invitados para escuchar por primera vez LUX, su nuevo trabajo, en una listening party que fue más ceremonia que concierto. Una liturgia en la que, como en todo ritual, la vestidura tuvo un papel crucial.
La cantante catalana apareció envuelta en un diseño hecho a la medida de Gucci, firmado por su nuevo director creativo, Demna, que definió por completo el tono del encuentro: un vestido etéreo, de líneas deconstruidas –con manga larga y cuello caja– que pareció envolver a la cantante con cada movimiento, fundiéndose con el mar de sábanas blancas que copaba el espacio central del recinto.
El blanco marfil del tejido —casi litúrgico— reflejaba la luz proyectada sobre las paredes del museo, creando un juego visual entre cuerpo, espacio y sonido. Y es que aquí no hubo fuegos artificiales ni looks epatantes, sino que Rosalía eligió la sobriedad conceptual y una estética que tradujo en forma visible la esencia del álbum: la búsqueda de claridad, de calma y, sobre todo, de renacimiento.
No es casualidad que la artista haya confiado en Demna, uno de los diseñadores que más ha redefinido el significado contemporáneo del lujo. Su visión —cruda, poética y a menudo cargada de ironía— encontró en Rosalía una interlocutora perfecta: ambos comparten una sensibilidad que desafía las etiquetas y hacen de la estética algo más profundo. De este modo, la elección de Gucci, reinterpretada por el diseñador georgiano, funciona como puente entre la tradición de la maison italiana y la mentalidad performativa de la cantante catalana.
En este contexto, el look se convirtió en mucho más que un simple vestido elegante; fue una metáfora sin florituras de la nueva etapa de Rosalía. Porque después de Motomami, el exceso se disuelve y deja paso a la luz. En LUX, el blanco sustituye al rojo, la contención al ruido y la pureza a la provocación.
