La luz natural es una fuente inagotable de bienestar. Numerosos estudios demuestran que los hogares con buena iluminación natural fomentan el optimismo, la productividad y la salud emocional.
Para aprovecharla al máximo, es fundamental mantener las ventanas limpias, usar cortinas livianas y elegir colores claros en las paredes, como beige, blanco o gris suave, que reflejen la claridad. Los espejos también son aliados: colocados estratégicamente, duplican la sensación de espacio y luminosidad.
En los espacios con poca entrada de sol, la iluminación artificial cálida puede compensar. Evita las luces frías o blancas, ya que generan ambientes impersonales. Opta por lámparas de mesa, guirnaldas o velas para crear atmósferas suaves y relajadas por la noche.
La luz influye incluso en nuestro reloj biológico: despertar con la claridad del día y disminuir la intensidad por la tarde ayuda a mejorar el descanso. Por eso, abrir las cortinas cada mañana no solo ilumina la casa, también ilumina el ánimo.