Un hogar sensorial busca crear experiencias completas: no solo que se vea bonito, sino que también huela, suene y se sienta bien. La idea es diseñar espacios que estimulen los cinco sentidos, generando emociones positivas.
Para la vista, opta por colores suaves y armoniosos que no saturen. Los tonos tierra o pastel ayudan a relajar la mente. En cuanto al tacto, incluye tejidos agradables como el algodón, la lana o el lino. Los aromas naturales, a través de velas o difusores, completan la experiencia olfativa.
El oído también juega un papel importante. Puedes integrar sonidos suaves como el agua corriendo, música relajante o el canto de los pájaros si tienes un jardín o balcón. Finalmente, el gusto puede estar presente en pequeños rituales como preparar una infusión o un postre casero para disfrutar en tu espacio favorito.
Vivir en un hogar sensorial es un recordatorio de que el bienestar empieza en los pequeños detalles cotidianos.