Shakira no necesitó nacionalidad mexicana para convertirse en la artista extranjera más mexicana del 2025. Su gira Las Mujeres Ya No Lloran pasó por el país como huracán pop: imparable, emocional y altamente estético. La cantante llenó estadios en CDMX, Monterrey y Guadalajara, provocando que los fans comenzaran a llamarla “la reina honoraria del despecho latino en México”. Y aunque el concepto del tour era global, la ejecución dentro del país tuvo un sabor local inevitable: gritos de apoyo, pancartas con dedicatorias, y el público coreando incluso los versos más íntimos como si les pertenecieran.
En CDMX, la asistencia superó expectativas: miles de personas conectadas no solo con la nostalgia de “Antología” o “Te Felicito”, sino con la narrativa contemporánea que Shakira ha construido alrededor de la resiliencia femenina. Medios y fans coincidieron en algo: no fue solo un concierto, fue un ritual colectivo. Una misa pop donde el banger era la catarsis y el diezmo, la memoria del celular.
Lo que más llamó la atención del 2025 fue que, tras la locura de demanda, comenzaron a circular versiones de fechas adicionales para 2026. Aunque no hubo anuncio oficial inmediato, promotores y equipos cercanos a la producción confirmaron que México era un territorio prioritario para extender el tour por la venta acelerada de boletos y el impacto mediático en redes. Los shows, además, detonaron contenido viral durante semanas: desde rutinas de baile, recreaciones de looks, hasta análisis de frases que la cantante soltaba entre canciones, convertidas en subtítulos de TikTok.
La relación entre Shakira y México ya es un romance largo, pero 2025 lo llevó a otra escala: la del fenómeno digital, donde la artista no solo fue trending topic, sino trending lifestyle. México no la consumió como estrella internacional, la consumió como narrativa propia: la mujer que llora, se levanta, factura, y remata con coreografía. Y el público mexicano, experto en convertir conciertos en movimiento cultural, la elevó a otro nivel.
