El mundo del cine despide a una de sus figuras más emblemáticas: Robert Redford, quien falleció a los 89 años en su hogar en Sundance, Utah. El legendario actor, director y productor murió tranquilamente mientras dormía, dejando un vacío imposible de llenar en la industria que ayudó a transformar. Su partida marca el final de una era en Hollywood, pues durante más de seis décadas supo combinar carisma, talento y una visión artística que lo convirtió en referente mundial.
Redford no solo fue recordado como el rostro de cintas inolvidables como Butch Cassidy and the Sundance Kid, The Sting o All the President’s Men, sino también como un creador con voz propia detrás de las cámaras. Ganador del Óscar como director y apasionado defensor del cine independiente, fundó el Instituto Sundance y el festival homónimo, plataforma que impulsó a nuevas generaciones de cineastas que encontraron en él un mentor y un aliado para contar historias distintas y arriesgadas.
Más allá de la pantalla, Redford fue un hombre comprometido con el medio ambiente, la justicia social y la autenticidad. Su legado trasciende los premios y aplausos: fue un artista que se atrevió a desafiar las reglas de Hollywood, un soñador que abrió puertas y un visionario que siempre creyó en el poder del cine como herramienta de cambio. Con su partida, el séptimo arte pierde a un gigante, pero el eco de su trabajo seguirá vivo en cada película, en cada cineasta que inspiró y en cada espectador que lo aplaudió.