En un movimiento que podría cambiar para siempre el rumbo de Hollywood… el gigante del streaming Netflix dio un paso histórico: firmó un acuerdo para adquirir la compañía Warner Bros. Discovery —incluyendo a HBO Max y los míticos estudios Warner Bros.— por 72 mil millones de dólares.
De concretarse, esta operación se convertiría en la segunda más grande de la historia del entretenimiento —solo por debajo de la fusión entre Time Warner y AOL allá por el año 2000.
Con la compra, Netflix no solo sumará cientos de películas y series clásicas, sino también algunos de los mayores tesoros de la cultura pop: franquicias como Harry Potter, Game of Thrones, el universo de superhéroes DC Comics, y títulos emblemáticos de HBO.
Según el comunicado oficial, la operación contempla una combinación de efectivo y acciones — a razón de 27.75 dólares por acción de Warner Bros. Discovery — lo que da un valor total aproximado de 82 mil 700 millones de dólares.
Desde el sector, las reacciones no se hicieron esperar. ¿El principal señalamiento? Que la fusión podría convertirse en una pesadilla antimonopolio. Para algunos, esta compra le daría a Netflix demasiado control sobre el contenido global.
Y no todo queda solo en críticas: otra de las empresas que competían por este paquete —Paramount Skydance, junto con Comcast— emitió una carta abierta denunciando una presunta parcialidad en el proceso. Aun así, la oferta de Netflix resultó la más atractiva.
¿Qué significa esto para nosotros, como público? Si la operación recibe luz verde —se espera que ocurra hacia el tercer trimestre de 2026—, podríamos ver en Netflix un catálogo todavía más gigantesco: desde series clásicas hasta estrenos recientes, uniendo generaciones de historias en una sola plataforma.
En palabras de Netflix, su misión sigue siendo la misma: ‘entretener al mundo’. Pero ahora, con un poder de contenido pocas veces visto en la historia del entretenimiento.
Lo que hoy parece una jugada millonaria, podría marcar el antes y después de la televisión y el streaming global. La pregunta que queda en el aire es: ¿será un salto hacia más variedad y conveniencia… o el principio de un monopolio cultural donde pocas manos decidan qué vemos, cuándo lo vemos y cómo lo vemos?
