En Monterrey, la cumbia no solo se baila, se hereda. Las llamadas “dinastías sonideras” continúan manteniendo viva una tradición que combina fiesta, identidad y memoria colectiva. Desde barrios populares como La Independencia, familias completas se dedican a montar equipos de sonido, organizar bailes y difundir el sabor de la música colombiana adaptada al corazón regio. Cada generación aporta su toque, desde los vinilos antiguos hasta las mezclas digitales y los espectáculos con luces y pantallas.
Este movimiento, más que un género, representa una forma de resistencia cultural. Los sonideros son cronistas urbanos que cuentan historias de barrio, de amor y de orgullo. En un contexto donde la música comercial domina, estas familias han logrado mantener un legado que conecta a Monterrey con Colombia a través del ritmo. La cumbia sonidera sigue siendo una bandera de identidad para quienes encuentran en ella una manera de celebrar la vida.