Pocas figuras femeninas del espectáculo mexicano vivieron un 2025 tan cargado de atención como Ángela Aguilar. La cantante no solo se presentó en múltiples escenarios del país, también fue protagonista de campañas, alfombras rojas, entrevistas, activaciones, duetos y conversaciones interminables sobre su crecimiento artístico. Pero en la farándula mexicana, el éxito nunca llega sin examen oral del público.
Mientras millones celebraban su ascenso como la voz joven del regional mexicano más mainstream, también hubo una parte del país que comenzó a criticar la saturación mediática. “Está en todos lados”, “No descansa”, “Ya denle aire”, “La amo, pero no me da tiempo de extrañarla”, eran algunas de las frases más repetidas en redes. La realidad es que Ángela no sobreexpuso al género, el género sobreexpuso a Ángela, porque ella es hoy una de sus cartas más poderosas.
El espectáculo mexicano también la ha convertido en símbolo de debate generacional: puristas que defienden tradición vs jóvenes que celebran evolución. Pero Ángela ha sabido navegarlo con elegancia: responde sin engancharse, pero tampoco se esconde. Porque en México, la atención también es reflector que quema, y aun así, ella lo sostuvo.
2025 la coronó en impacto, pero también en conversación crítica. Y eso confirma que, cuando se trata de entretenimiento en México, no basta con cantar, hay que cargar narrativa, legado, apellido y opinión pública. Ángela lo hizo sin soltar el micrófono.