¿Alguna vez te lo habías preguntado? La ciencia tiene una explicación fascinante. Los estímulos típicos de la Navidad, como las luces cálidas, los colores rojo y dorado y el ambiente festivo, activan áreas del cerebro asociadas con la emoción, la seguridad y la sensación de bienestar.
Además, estos elementos funcionan como disparadores de memoria emocional, evocando recuerdos felices de la infancia y de momentos compartidos con nuestros seres queridos. Es decir, las luces no solo iluminan nuestros espacios, sino también iluminan recuerdos, conectando el presente con emociones positivas del pasado.
Así que ya sabes por qué disfrutamos tanto decorar, encender el árbol y esperar con ansias esa atmósfera especial que solo la Navidad puede traer.
