Estudios en psicología del comportamiento indican que un alto porcentaje de los propósitos de Año Nuevo se dejan de lado entre enero y febrero. Especialistas en salud mental explican que esto ocurre cuando los objetivos son poco realistas o demasiado generales.
Instituciones de salud recomiendan transformar los propósitos en metas pequeñas y medibles, lo que aumenta significativamente la probabilidad de cumplirlos a lo largo del año y convertirlos en hábitos permanentes.
