Dua Lipa llegó a México en 2025 con algo más que Future Nostalgia y pop electrónico pulido. Llegó con visión. Mientras otros artistas internacionales diseñan experiencias inmersivas con perfumes o merch, Dua entendió el código mexicano a la perfección: activa la conversación desde la cultura, no solo desde la música. Y así, además de sus shows multitudinarios, apareció el concepto más inesperado del año: una taquería pop-up alrededor de sus conciertos en el país.
No era solo un spot para comer, era una estrategia cultural: letreros neón, frases en español con doble sentido, tortillas con prints divertidos, y el nombre de Dua en cada esquina del menú. El público lo recibió como meme viviente: delicioso, instagrameable y altamente compartible. Las redes hicieron el resto. En menos de 48 horas, el concepto estaba en todos lados: foodies hablando de pop, fans de pop hablando de tacos, y México hablando de Dua Lipa como si hubiera estudiado marketing emocional en la Merced.
Sus conciertos en México también dieron mucho de qué hablar: filas kilométricas, fans recreando sus looks, y la conversación constante sobre cómo la cantante domina estética y disciplina escénica. Pero el gran titular no fue solo su setlist, fue su entendimiento del país como escenario paralelo. Hoy el espectáculo ya no solo se escucha, se vive y se saborea. Dua lo supo. México lo viralizó.