En pleno corazón del cine mexicano, hay historias que se resisten a desaparecer del imaginario colectivo. Una de ellas es Mi niño Tizoc, un drama navideño dirigido por Ismael Rodríguez que desde su estreno en 1972 ha cautivado al público por su mezcla de sencillez, emotividad y realismo popular.
Protagonizada por el cantante y actor Alberto Vázquez y el niño Cuitláhuac “Cui” Rodríguez, la película cuenta la historia de Carmelo, un viudo indígena que vive con su hijo Tizoc vendiendo flores en los canales de Xochimilco. Su forma honesta, aunque humilde, de ganarse la vida los convierte en figuras de rechazo dentro de su propia comunidad, que los mira con desdén por su origen y su forma de ser.
Una Navidad atípica y emotiva
Lo que distingue a Mi niño Tizoc de otras cintas navideñas es que sus escenas no giran en torno a una celebración alegre típica, sino que reflejan las dificultades reales de muchas familias mexicanas. La trama central ocurre durante la temporada decembrina, cuando Carmelo intenta que su hijo tenga una Navidad memorable pese a su pobreza. El niño quiere comerse un pollo él solo y tener su propia piñata, algo que para muchos representa la simple felicidad infantil que todos merecen.
Pero la felicidad se convierte en tragedia cuando Tizoc enferma gravemente tras comer un pollo en mal estado. Esta secuencia —que lo lleva al hospital— es conocida por haber estremecido a varios espectadores desde su primera proyección, y es quizá una de las escenas más recordadas cada diciembre.
Una obra con raíces profundas
Más que una película de temporada, Mi niño Tizoc es un retrato crudo de la sociedad. aborda temas como la discriminación, la pobreza, la resiliencia familiar y la solidaridad en tiempos difíciles. Esta película se ha mantenido presente en la memoria colectiva gracias a sus personajes entrañables y a la manera en que presenta la Navidad no solo como fiesta, sino como esperanza y lucha.
El joven Cuitláhuac Rodríguez, quien interpretó a Tizoc, se convirtió en una de las promesas del cine durante su infancia. Hijo del propio director Ismael Rodríguez, su interpretación fue tan natural y emotiva que el público lo adoptó con cariño. Tras algunos años más en la industria, “Cui” decidió dar un paso atrás para enfocarse en sus estudios y eventualmente se retiró del espectáculo, aunque siempre será recordado por este papel icónico.
