Lo que debía ser una celebración por el título de la Premier League del Liverpool terminó en tragedia en mayo pasado. Un conductor, identificado como Paul Doyle, arrolló a fanáticos que festejaban en Water Street, dejando un saldo de 130 personas lesionadas, entre heridas leves y graves.
Tras un juicio que parecía prolongarse por sus múltiples declaraciones de inocencia, Doyle se declaró culpable el 26 de noviembre. Menos de un mes después, el 16 de diciembre, las autoridades británicas le impusieron una condena de 21 años y seis meses de prisión.
El incidente generó conmoción en Reino Unido, y el club Liverpool, junto con los servicios de emergencia, ofreció apoyo inmediato a los afectados. La policía destacó la gravedad del ataque y la necesidad de medidas para proteger a los aficionados en celebraciones masivas.
