Australia implementará a partir del 10 de diciembre una nueva normativa que prohíbe a los menores de 16 años el acceso a redes sociales, una medida que ya provoca debate internacional. Mientras algunos jóvenes ven la prohibición como una oportunidad para reducir la presión y la adicción digital, otros la consideran exagerada y fácil de evadir mediante VPN o cuentas alternativas.
Opiniones de adolescentes de distintas ciudades muestran perspectivas diversas: en Berlín se valora el beneficio para la salud mental, en Lagos se entiende el motivo, aunque critican la dificultad de dejar las plataformas, y en Ciudad de México muchos reconocen la dependencia emocional de las redes. Incluso dentro de Australia, los jóvenes dudan del impacto real de la medida, mientras los padres confían en que fomentará relaciones más auténticas y actividades fuera de línea.
El debate refleja un dilema global: equilibrar la protección de los menores frente a los riesgos digitales con la necesidad de permitirles expresarse y conectarse en un mundo cada vez más digitalizado.