La temporada de huracanes del Atlántico concluyó el 30 de noviembre con un dato inusual: por primera vez en diez años, ningún huracán tocó territorio estadounidense. Sin embargo, el periodo dejó fenómenos de gran intensidad, incluyendo tres huracanes categoría 5, un número solo superado por la temporada de 2005. Según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), entre el 1 de junio y el 30 de noviembre se formaron 13 ciclones con nombre, cinco de ellos huracanes y cuatro considerados mayores, superando el promedio anual.
El huracán más significativo fue Melissa, catalogado por la Organización Meteorológica Mundial como “la tormenta del siglo” en Jamaica. Tocó tierra el 28 de octubre con categoría 5, provocando más de 100 muertes en la región caribeña —incluyendo 54 en Jamaica— y dejando daños que superan los 48 mil millones de dólares, de acuerdo con AccuWeather. Su rápida intensificación y su lento desplazamiento fueron atribuidos a las aguas excepcionalmente cálidas del Caribe, un factor que expertos relacionan con los efectos del cambio climático.
Aunque Estados Unidos no enfrentó huracanes directos, la tormenta tropical Chantal sí causó daños y dos muertes en Carolina del Norte. Además, oleajes provocados por ciclones lejanos afectaron la costa este. Especialistas señalan que esta singular temporada combinó un inicio fuerte, un periodo de actividad moderada y un desplazamiento inusual de los ciclones hacia el este, posiblemente influido por el calentamiento del Ártico.
En total, se registraron los huracanes Erin, Gabrielle, Humberto, Imelda y Melissa, junto con ocho tormentas tropicales. Para la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA), la ausencia de impactos directos en EE.UU. representa un respiro, pero la devastación en el Caribe reafirma que la intensidad creciente de los huracanes continúa siendo una amenaza impulsada por el clima global.
