El uso desmedido de la inteligencia artificial ha generado nuevas preocupaciones en torno a la salud mental, pues especialistas advierten que su presencia constante puede influir en la ansiedad, la concentración y la estabilidad emocional. La rapidez del avance tecnológico ha creado presiones que muchos usuarios aún no logran asimilar.
Entre los riesgos principales se encuentran el deterioro cognitivo por delegar actividades complejas a la IA, el tecnoestrés derivado de la sobrecarga informativa, y el aislamiento que surge cuando las interacciones humanas son reemplazadas por chatbots. Los adolescentes son especialmente vulnerables ante contenidos personalizados que afectan la autoestima y la percepción corporal.
Para mitigar estos efectos, expertos recomiendan equilibrar el uso de la tecnología con actividades que fortalezcan la memoria y el pensamiento crítico, además de reforzar el acompañamiento profesional en situaciones emocionales delicadas. La clave, dicen, es usar la IA como apoyo, no como reemplazo humano.