En una de las puestas de sol más espectaculares de la Riviera de Nayarit, la cantante Paty Cantú y el actor Christian Vázquez dieron el ‘sí, acepto’ en una boda que ya se perfila como una de las más memorables del año.
La ceremonia — íntima, sofisticada, mientras las olas susurraban en la playa — reunió a un selecto grupo de amigos, familiares y figuras del espectáculo. Los invitados vistieron en tonos claros, principalmente beige, para dejar que los novios se convirtieran en el centro de todas las miradas.
Y hablando de miradas… Paty sorprendió con una elección poco convencional para una boda: inició los festejos con un vestido de novia en color verde esmeralda, de seda, combinando con un traje a juego de Christian.
Pero la noche apenas comenzaba. Durante la recepción, la novia volvió a deslumbrar con dos cambios más: dos vestidos blancos — uno de ellos con escote corazón y falda de tul con olanes — marcando distintas etapas de la celebración.
La primera parte de la velada reflejó elegancia y audacia; los cambios posteriores, romance y tradición. Cada atuendo reforzó el carácter festivo y personal del evento.
El momento cúspide llegó durante el primer baile de los recién casados: la pista iluminada, música en vivo, un círculo de amigos y familiares rodeándolos, y — para cerrar con broche de oro — pirotecnia dorada que iluminó la noche. El público estalló en aplausos y gritos de emoción; un instante íntimo convertido en espectáculo.
Los invitados compartieron en redes sociales selfies, videos del vals y tomas de la pirotecnia; el evento se volvió tendencia casi de inmediato.
Para acompañar ese viaje de sensaciones, el menú estuvo inspirado en la cocina mexicana contemporánea: platillos como betabeles rostizados en puré, camote y quelites, bebidas nacionales, tequila, whisky, ginebra… una propuesta gastronómica que honró las raíces sin perder el toque sofisticado.
La decoración, artesanal y naturalista, aprovechó el entorno paradisíaco: palmeras, luces cálidas, detalles elegidos al detalle; todo pensado para crear una atmósfera de cercanía, lujo y romanticismo.
Porque más allá del glamour y las cámaras… esta boda fue sobre amor, bienvenida al cambio, y la unión de dos vidas en un escenario de ensueño. Una noche que — como dice el refrán — será inolvidable.
