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La suegra de Selena Gomez sufrió una invasión por hombres enmascarados a su casa de Los Ángeles

En un nuevo capítulo de inseguridad que sacude a Hollywood… un aterrador suceso puso en jaque la tranquilidad de una familia cercana a una de las estrellas más populares del momento.

La casa de Sandra Levin — madre del productor Benny Blanco y suegra de la cantante Selena Gomez — ubicada en el exclusivo barrio de Studio City, en Los Ángeles, fue escenario de un desesperante intento de allanamiento la noche del lunes 24 de noviembre.

Alrededor de las 9:30 p.m., dos hombres vestidos con ropa oscura y máscaras forzaron una puerta corrediza de vidrio lateral e irrumpieron en la vivienda. Sandra, que se encontraba sola, escuchó el ruido y reaccionó de inmediato.

Con sangre fría, subió las escaleras corriendo, se atrincheró en un baño de la planta alta y llamó al 911. Desde ese lugar, escuchó los pasos de los intrusos mientras revisaban la casa. En un momento, ella entreabrió la puerta para evaluar la situación — los ladrones la vieron — y huyeron de inmediato.

Milagrosamente, Sandra salió ilesa. No se reportaron heridos ni objetos robados, aunque sí quedaron evidencias: restos de vidrio astillados en la puerta de entrada y una casa revuelta. La policía, del Los Angeles Police Department — LAPD — arribó poco después gracias a la activación de la alarma, pero los sospechosos ya habían escapado.

El incidente ocurre apenas dos meses después de la celebración íntima en Santa Bárbara, donde Selena Gómez y Benny Blanco contrajeron matrimonio. La unión, que reunió a amigos, familiares y celebridades, parecía coronar un nuevo comienzo para la pareja. Pero en menos de noventa días, la calma de ese entorno se vio sacudida por este asalto.

Hasta el momento, ni Sandra Levin ni Benny Blanco han ofrecido declaraciones públicas sobre lo ocurrido. Las investigaciones siguen su curso. Y aunque no se registraron pérdidas materiales ni físicas, el impacto emocional podría ser profundo. Un recordatorio más de que, incluso tras las luces y el glamour, la vulnerabilidad no discrimina rostro ni apellido.