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Donarán el cerebro de Bruce Willis tras su muerte

Hoy en el mundo del espectáculo —y más allá—, una noticia que conmovió tanto a sus admiradores como a quienes luchan contra enfermedades neurodegenerativas. La familia del legendario actor Bruce Willis ha tomado una decisión cargada de humanidad y esperanza: cuando él fallezca, donarán su cerebro a la ciencia.

Willis, de 70 años, atraviesa desde 2023 un duro diagnóstico: Demencia Frontotemporal (DFT), una patología que afecta los lóbulos frontal y temporal del cerebro, alterando el lenguaje, la conducta y la personalidad.

Este deterioro lo obligó a alejarse para siempre de los sets —un silencio abrupto para quien marcó época en el cine de acción—. Ahora, su entorno, entre ellos su esposa Emma Heming Willis, su ex pareja y sus hijas, decidieron transformar ese dolor en un legado.

La decisión —contada públicamente por Emma Heming Willis en su libro “The Unexpected Journey” y en recientes declaraciones—, nace de un deseo genuino: que la historia de Bruce sirva para mejorar la comprensión de una enfermedad poco conocida, para acercar a la ciencia a una cura, o al menos —hoy por hoy— a un diagnóstico más temprano.

La DFT es menos frecuente que otras demencias, pero devastadora: altera la capacidad de comunicar, de reconocerse, de relacionarse. Por eso, el cerebro de Bruce —cuando llegue el momento final— podría convertirse en una pieza clave para estudios neuropatológicos, para descubrir alteraciones genéticas o cambios cerebrales que ayuden a quienes hoy padecen algo similar.

Para quienes lo admiran por sus icónicos papeles —desde su legendario John McClane en “Duro de matar” hasta su estremecedor papel en “El sexto sentido” y cientos de otras películas que marcaron generaciones—, esta noticia representa un cierre doloroso, pero a la vez un acto de dignidad. Un gesto que trasciende lo mediático. Porque detrás del nombre, hay un ser humano que merece ser recordado con respeto, compasión y esperanza.

Hoy, la familia de Bruce Willis nos recuerda que la fama puede desaparecer, que los títulos son pasajeros. Pero lo que permanece —la solidaridad, la empatía, el deseo de ayudar al prójimo—, puede convertirse en algo mucho más grande: una contribución a la ciencia, al futuro, a quienes vendrán después.