La gratitud es una de las prácticas más simples y a la vez más poderosas para transformar tu perspectiva de vida. Agradecer no borra los problemas, pero te ayuda a enfocar tu atención en lo que sí funciona, en lo que sí tienes, en lo que sí te sostiene.
Llevar un diario de gratitud, escribir tres cosas buenas de cada día o simplemente agradecer mentalmente al despertar cambia la química del cerebro, fomentando pensamientos más positivos y estables.
La gratitud también te ayuda a disfrutar los momentos cotidianos: un café caliente, una comida preparada con cariño, una conversación sincera, un día de tranquilidad. Vivir desde la gratitud amplifica la percepción de bienestar y te conecta con el presente de manera más amorosa.
Es una práctica sencilla que, cuando se convierte en hábito, transforma la manera en que experimentas tu vida.
