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La natalidad sigue en decadencia

La natalidad se ha desplomado tanto en todo el mundo que ya supone un problema global que algunos políticos de ultraderecha califican como “inminente colapso demográfico”. La Organización de Naciones Unidas (ONU) tiene una explicación aparentemente sencilla para ello, según el último Fondo de Población de las Naciones Unidas: no se trata de una falta de deseo de ser madres sino de que la economía nos lo impide.

Pero si rascamos un poco más en la superficie y lo evidente, quizá nos demos cuenta de que la verdadera razón por la que las mujeres retrasan tener hijos no es la economía, son los hombres. Claudia Goldin, catedrática Henry Lee de Economía en la Universidad de Harvard y ​​ganadora del Premio Nobel de Economía en el año 2023, ha señalado una realidad que muchos no ven, que más allá del precio de la vivienda, la precariedad laboral y el cambio cultural impida a las parejas ser padres, hay algo que sucede -o más bien, no sucede- dentro de las casas.

La caída de la natalidad en España y el mundo
Para entender la situación que vivimos es necesario que antes pongamos un poco de contexto. Según el World Fertility Report 2024 de la ONU, en el 55% de los países la tasa de fecundidad ha caído por debajo de 2,1 hijos por mujer. Un 10% de los países del mundo tiene una tasa de fecundidad por debajo de 1,4 hijos, como China o Japón. España ni llega a esas cifras y somos el segundo país de la Unión Europea con menor tasa de fecundidad con un 1,12. Algunos países tienen cifras extremadamente bajas como Corea del Sur con 0,78 hijos por mujer según un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

En España, los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), dicen que en 2024 solo nacieron en España 318.005 bebés, un 0,8% menos que en 2023. La cifra lleva sin parar de bajar en la última década y parece que la tendencia seguirá la misma línea. En todo el mundo. Hay quien afirma desde hace años que el 97% de los países no podrán mantener a sus poblaciones en el año 2100 porque las tasas de fecundidad sufrirán un “descenso drástico”.