El famoso recalentado del 1 de enero es uno de esos rituales mexicanos que no solo llenan el estómago, sino también el corazón. Después de la cena cargada de emoción y brindis de Nochevieja, las familias vuelven a reunirse al día siguiente en un ambiente mucho más relajado, donde las risas y la plática fluyen sin prisas. Lo especial de esta tradición no es solo aprovechar lo que quedó, sino compartir un momento donde el espíritu festivo sigue vivo pero sin el protocolo de la noche anterior.
Además, existe una creencia popular que lo ha mantenido como una costumbre infalible: todo sabe mejor al día siguiente. Según muchos, guisos como los romeritos, el bacalao o el pavo alcanzan su punto perfecto después de reposar, pues los sabores se concentran y los condimentos se integran. De hecho, algunos convierten estas delicias en nuevas creaciones, como tacos de pierna, tortas de bacalao o tamales acompañados con lo que quedó de las salsas festivas.
Para muchos, este ritual es casi obligatorio al arrancar el año, ya sea como desayuno tardío o comida que ayuda a reponerse después de una noche de celebración intensa. Más que un simple plato, el recalentado es una forma deliciosa de extender la fiesta, reconectar con la familia y recibir enero con el gusto y la tradición que caracterizan a la mesa mexicana.
