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Mujeres valientes que rompieron estigmas montadas en una bicicleta

A finales del siglo XIX, las mujeres se convirtieron en las usuarias más entusiastas de las nuevas bicicletas con pedales que les proporcionaron una libertad desconocida hasta entonces. Las mujeres de clase alta fueron atreviéndose a montar en este nuevo invento, que ponía a su alcance la posibilidad de desplazarse con libertad y rapidez en un mundo que las condenaba al enclaustramiento en la vivienda familiar. Estas pioneras atraían todas las miradas, lo que ya de por sí era malo.

Sus cuerpos les pertenecía. Estaban como cansaditas de vivir enclaustradas en las casas, atadas a los cánones del matrimonio y la sociedad; la bici se convertiría en su cómplice de liberación. Mujeres rompiendo esquemas. Alteraban el manual de comportamiento de la época, llamaban la atención en la calle, abrían las piernas para montarse en la bici y se desprendían de los pesados vestidos.

El primer cambio apareció con la libertad de movimiento. Ahora, para viajar, las mujeres no debían estar sometidas a su esposo, sino que podían tomar la bicicleta y emprender camino a donde quisieran.

Annie Cohen Kopchovsky fue una de las mujeres que revolucionó el mundo de la mano de su bicicleta y en 1894 aceptó darle la vuelta al mundo montada en bicicleta.

Annie aceptó el reto de dos hombres que aseguraron que ninguna mujer podía darle al vuelta al mundo en bicicleta. Además, pactaron dar 5 mil dólares a quien lo lograra.

Partió el 25 de junio de 1894 de Bostón con una bicicleta de más de 40 kilos y vistiendo una falda. “Londonderry”, como la apodaron por su contrato de promoción durante el viaje con la empresa Londonderry Lithia Spring Water, volvió 15 meses después usando pantalones bombachos y convirtiéndose en una defensora de la lucha por el ciclismo femenino y los derechos de las mujeres.

La bicicleta también acompañó a Kittie Knox, una mujer negra que luchó contra la segregación racial y de género. Kittie es recordada por desafiar a la Liga Americana de ciclistas (League of American Wheelmen) al llegar con una membresía a la reunión de 1895. Los estatutos de la Liga no permitían a mujeres y mucho menos afrosdescendientes como miembros.

La bicicleta se convirtió en un vehículo de la lucha femenina. Susan Anthony, líder estadounidense por los derechos civiles, comentó una entrevista en 1896 que le daba sensaciones de libertad y seguridad a las mujeres. “Cada vez que veo una mujer sobre una bicicleta me alegro, porque es la imagen de la libertad”, apuntó.
El arte también retrató el cambio que trajo la bicicleta para las mujeres. En el cuadro Mujer fumando en bicicleta (Circa 1900) se ve a una mujer ciclista fumando, un elemento socialmente asociado con los hombres y que se hacía para pasar sin problemas al montar bicicleta.

En el ámbito deportivo, la belga Hélène Dutrieu y la sueca Tillie Anderson marcaron la historia del ciclismo a nivel competitivo y son consideradas pioneras del deporte en la rama femenina.

La primera rompió el récord de la hora con 16 años, en 1893. Asimismo, fue piloto de avión, conductora de riesgo de vehículos, conductora de ambulancia en la guerra, directora de un hospital militar y actriz.

La segunda, por su parte, fue una de las mejores pedalistas del mundo pese a que su madre, hermano y profesor de biblia reprobaron que manejara bicicleta. Tilie fue defensora de la bicicleta e impulsó los carriles para bicicletas en los parques de Chicago.

Más adelante, apareció la italiana Alfonsina Strada. La pedalista es reconocida por ser la primera mujer en competir en carreras de hombres como el Giro de Lombardía (1917 y 1918) y el Giro de Italia (1924), y llevarse el triunfo en más de 36 competencias contra hombres.

A la Corsa Rosa se ganó su invitación gracias a una crisis promocional que llevó a la organización a admitir a corredores individuales. Su nombre fue oficializado 3 días antes de la carrera y la etapa entre L’Aquila y Perugia marcó su descalificación. Sin embargo, gracias a la exposición que había tenido, los jueces decidieron dejarla continuar, aunque sin que su tiempo fuese contabilizado. Esa fue la primera y única vez en la que una mujer participó en el Giro de Italia masculino.