Cada vez son más las personas jóvenes (incluso adolescentes) con diagnóstico de cáncer colorrectal, una enfermedad que antes se consideraba que afectaba principalmente a personas mayores de 60 años. Pero hoy en día crece la incidencia en poblaciones de menor edad, lo que se traduce en directrices que recomiendan que las pruebas de diagnóstico comiencen a los 45 años en lugar de a los 50. En este sentido, la ciencia es clara: eliminar un alimento concreto podría reducir drásticamente el riesgo de padecer la enfermedad.
Si bien el cáncer puede ser originado por múltiples factores ambientales, y por la predisposición genética también, debemos saber que la tendencia en aumento de un mayor consumo de carnes procesadas parece ser un factor cada vez más importante en su desarrollo.
Esto no significa que el desarrollo de cáncer colorrectal sólo se puede atribuir al consumo de carnes procesadas, sino que la ciencia sugiere que es un factor contribuyente más importante de lo que se creía anteriormente, especialmente cuando se combina con otros factores de riesgo.
Carnes cada vez más procesadas
Cuando hablamos de carnes procesadas hablamos de carnes que son sometidas a un proceso de curado, ahumado o salazón, o bien a las cuales se ha adicionado conservantes y sustancias químicas que mejoran su sabor y sus características organolépticas.
Es decir, no hablamos sólo de tocino y de salchichas sino también de otro tipo de embutidos y fiambres, e incluso podemos ubicar en este grupo a determinadas hamburguesas, nuggets de pollo u otros platos procesados a base de carnes, que pueden incluir aditivos diversos y sustancias potencialmente dañinas para el organismo.
El curado, que antes era el principal método de conservación de la carne, hoy en día se sigue utilizando pero la industria introduce otras sustancias químicas adicionales, como el nitrito de sodio o el nitrato de sodio que actúan como conservantes y colorantes, y que en nuestro cuerpo pueden dar origen a compuestos cancerígenos específicos.
