El 17 de noviembre de 1825, cuando se sancionó la rendición de España, del ejército realista que intentó reconquistar México, apenas 70 soldados quedaban atrincherados en la fortaleza de San Juan de Ulúa. Estaban enfermos de escorbuto, no tenían qué comer y los gallardos uniformes que vestían estaban hechos harapos. Muchos habían desertado y se arrojaban al mar para huir, bajo el riesgo de ser devorados por tiburones o recibir duros castigos si eran capturados en su intento.
Este hecho se abordó en la conferencia Ulúa: entre la resistencia y el bloqueo (1821-1825), de la profesora-investigadora del Centro del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en Veracruz, Adriana Gil Maroño, como parte del ciclo “A 200 años de la capitulación española en San Juan de Ulúa”, organizado en colaboración con diversas dependencias del gobierno estatal.
En la ponencia, dictada el 15 de octubre de 2025, en el Archivo y Biblioteca Históricos de la Ciudad de Veracruz, la historiadora describió las acciones bélicas que iniciaron con la irrupción al puerto de Antonio López de Santa Anna, el 7 de julio de 1821, tras la cual, el recién llegado virrey Juan de O’Donojú se vio obligado a negociar con Agustín de Iturbide y firmar los Tratados de Córdoba, que formalizaron la Independencia de México.
“No fue una independencia como la podemos imaginar, porque lo que se proponía era mantener la lealtad al rey de España, Fernando VII, y la nueva nación soberana iba a ser gobernada por una junta provisional, de la que O’Donojú formaba parte”.
Sin embargo, a O’Donojú le fue difícil convencer a las tropas expedicionarias españolas para que regresaran a la metrópoli, por lo que una fuerza encabezada por el brigadier José Dávila se replegó a San Juan de Ulúa, el 26 de octubre de 1821, con el objetivo de reconquistar México.
La idea no parecía descabellada dado que España tenía el respaldo de la Santa Alianza, formada por Rusia, Prusia y Austria para frenar las revoluciones liberales que iban en contra del absolutismo y las monarquías, y con la creencia de que recibirían la ayuda de tropas expedicionarias desde Cuba y el apoyo del Vaticano.
El 21 de septiembre de 1823, los insurgentes cercaron San Juan de Ulúa por tierra, cerrando la puerta del muelle y construyendo una batería en el arroyo Tenoya, ante la falta de embarcaciones y marineros para hostilizar el baluarte. En respuesta, cuatro días después, el nuevo jefe en la fortaleza, el brigadier Francisco Lemaur, ordenó un bombardeo al puerto que duró tres meses y provocó la salida de sus habitantes, relató Gil Maroño.
Esto dio pie a que, el 8 de octubre de 1823, se decretara un bloqueo formal que establecía que los buques nacionales y sus aliados hostilizarían San Juan de Ulúa, con todos los medios a su alcance; mientras que los barcos mercantes españoles fueron obligados a salir de aguas mexicanas y se prohibieron productos hispanos en aduanas y puertos. Asimismo, se dispusieron castigos a cualquier individuo que tuviera vínculos con la guarnición y el vecindario de la fortaleza.
Ante la urgencia de contar con buques para acechar Ulúa, se solicitó dinero prestado a Inglaterra, a fin de adquirir pertrechos y barcos que permitieran consolidar la independencia. “Fue importante que este país reconociera la emancipación de México, porque así ganaba legitimidad ante el mundo”, dijo.
Con la adquisición de la fragata Libertad y los bergantines Victoria y Bravo, al mando del capitán Pedro Sáinz de Baranda, se consolidó el bloqueo naval en 1825, lo que agudizó la crisis al interior del fuerte, inmerso en revueltas, hambre y enfermedades. Una tempestad y la armada mexicana impidieron la llegada de refuerzos desde Cuba, lo que desmoralizó a quienes aún resistían, orillándolos a capitular, finalizó.
Más actividades conmemorativas
El 29 de noviembre de 2025, a las 9:30 horas, se realizará un recorrido por el Museo Local Fuerte de San Juan de Ulúa, a cargo del subdirector del repositorio, Porfirio Castro Cruz. A las 11:00 horas, se presentará la revista de divulgación Cabildo. Cultura, turismo e historia municipal veracruzana, del Centro Universitario Las Américas.
Mientras que la exposición temporal 1821-1825, Ciudad y cabildo bajo asedio, permanecerá hasta el 31 de diciembre de 2025, de 9:00 a 15:00 horas, en el recinto del Archivo y Biblioteca Históricos de la ciudad de Veracruz (Landero y Coss, esquina con Esteban Morales, Centro Histórico).
