El aumento considerable de los precios de los alimentos y los combustibles ha impactado severamente la economía de los hogares mexicanos. De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), la inflación anual se mantiene por encima del 4%, con alzas notables en productos básicos como el maíz, el huevo, energía eléctrica, aceite, carne, azúcar, gas LP entre otros.
Las familias aseguran que ya no alcanza el dinero que llega a los hogares, ya que todos los productos suben de precio periódicamente y el salario es el mismo durante todo el año; asimismo, los pequeños negocios también reportan dificultades para mantener precios competitivos, mientras el sector agrícola enfrenta mayores costos de producción.
El incremento en los precios de los productos de la canasta básica y otros productos emergentes como los medicamentos y gastos escolares, preocupa a las familias de las colonias populares y de los sectores más pobres, ya que es más difícil solventar los gastos, por ello, muchas familias optan por comprar menos, pedir préstamos o comprar a crédito.
Al reducirse el poder adquisitivo, las familias tienen que destinar una mayor proporción de sus ingresos a cubrir necesidades básicas como la alimentación y la vivienda, lo que deja menos recursos para otros gastos como educación, salud o entretenimiento.
Ante la escalada de precios, las familias mexicanas han implementado estrategias para ajustar sus presupuestos y proteger el poder adquisitivo como planificar las compras, reducir el consumo de productos no esenciales y buscar alternativas más económicas, sin embargo, es necesario que el gobierno implemente políticas públicas efectivas para combatir la inflación.
