Empresas multinacionales, cámaras de comercio, granjeros y sindicatos de Estados Unidos, así como organizaciones empresariales y de trabajadores en México han enviado más de mil comentarios públicos que buscan influir en las negociaciones en este país para renovar el Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), y aunque el cabildeo en privado mediante contribuciones de todo tipo –por ejemplo, para el Salón de Baile de la Casa Blanca– podría tener efectos directos, las posturas formales ofrecen un mapa de los diversos intereses en las negociaciones comerciales con México y Canadá.
La fecha límite para estos comentarios formales fue ayer, día en que el influyente consejo empresarial Chicago Council on Global Affairs difundió una encuesta según la cual 75 por ciento de los entrevistados coinciden en que el T-MEC es positivo para los estadunidenses, quienes “piensan que Estados Unidos está mejor económicamente cuando las tres naciones trabajan de manera conjunta y que el comercio tanto con Canadá como México fortalece la seguridad nacional de Estados Unidos”.
El sondeo también registró percepciones positivas sobre ambos socios comerciales. Canadá obtuvo 73 en una escala de 100 y México, 58.
Sin embargo, la opinión pública no será lo que guiará a los negociadores estadunidenses con sus dos socios, como tampoco fue el caso en negociaciones comerciales previas.
La Jornada cubrió las primeras negociaciones para el Tratado de Libre Comercio de América del Norte en la década de 1990. En ese entonces reportamos que el acceso directo y privado al entonces presidente George W. Bush y los legisladores más influyentes fue mucho más importante en el proceso de negociación que la opinión pública, la cual estaba dividida.
