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Llegó la era de los influencers alcanzables

Una reciente polémica televisiva con la creadora de contenido @suyapaa97 ha puesto sobre la mesa una serie de cuestiones que quizás están en el extremo opuesto a los tópicos de los que siempre hablamos en referencia a los influencers (fortunas, lujos, excesos): ¿se puede crear contenido desde la normalidad absoluta? ¿Se acerca eso a la normalización de la precariedad? ¿Y si lo hace, es un problema?

El caso Suyapa. La polémica arraçncó, tal y como cuenta Suyapa (que es su verdadero nonbre), cuando accedió a hacer una entrevista para ‘Espejo público’ para comentar un vídeo de su perfil en el que contaba cómo vivía en una sola habitación con su marido y su hijo, y se le catalogó como “Influencer de la pobreza”, junto a usuarios que hacen vídeos con unboxings de las ayudas del Gobierno. Suyapa ha manifestado estar lejos de ese tipo de contenido, y si bien es cierto que vive en condiciones muy modestas en una sola habitación, se gana la vida con un trabajo de limpiadora y sin recurrir a ayudas, así que no se le podría incluir dentro de una categoría de pobreza.

El atractivo de la normalidad. Suyapa hace un tipo de contenido más cercano al normcore (que no deja de ser una etiqueta creada de arriba a abajo): este tipo de perfiles comparten actividades ordinarias (desde la elección de ropa simple y funcional hasta rutinas como preparar un café, cuidar de una mascota o compartir tareas matutinas) alejándose del culto al lujo o al drama que predomina en otras esferas digitales. Abrazan la sencillez y la naturalidad tanto en la moda como en el estilo de vida: prendas básicas, marcas discretas, ambientes hogareños y una puesta en escena no aspiracional sino amable y accesible.