Cada vez que observamos las mareas subiendo o bajando en la costa, estamos presenciando el impacto de la Luna sobre la Tierra. Aunque esté a una distancia considerable, la gravedad lunar ejerce una fuerza significativa sobre los océanos, creando los movimientos de agua que conocemos como mareas. Esta fuerza no solo actúa en el lado de la Tierra que está directamente frente a la Luna, sino también en el lado opuesto, generando dos abultamientos de agua que provocan dos mareas altas y dos bajas al día.
Sin embargo, no todas las mareas ocurren al mismo tiempo que la posición de la Luna. La rotación de la Tierra es más rápida que el movimiento lunar, lo que hace que cada marea alta se produzca unos 50 minutos más tarde que la anterior. Además, factores como la forma de los continentes, la profundidad del mar y el clima local, como tormentas y corrientes, también afectan el tamaño y la frecuencia de las mareas.
El Sol también juega un papel importante. Aunque está mucho más lejos, cuando la Luna, la Tierra y el Sol se alinean, las fuerzas combinadas generan mareas más intensas, conocidas como mareas vivas, con olas más altas. Por el contrario, cuando estos tres cuerpos están en ángulo recto, las mareas son más suaves, conocidas como mareas muertas.
Este fenómeno, que ha ocurrido durante miles de millones de años, refleja la interacción constante y mutua entre la Tierra y la Luna, manteniendo un equilibrio vital para la vida en nuestro planeta.