A lo largo de dos siglos y medio, entre el ocaso y el albor del año cuando el Galeón de Manila se avistaba en el horizonte cobalto, esta bahía, entonces una aldea sofocante, bullía aún más, lista para transformarse por unos meses en una ciudad cosmopolita. Este fin de semana, los gobiernos de México y de Filipinas, celebraron al navío que conectó al mundo hace 460 años.
Este sábado 11 de octubre, autoridades del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), órgano de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, y de la Embajada de la República de Filipinas en nuestro país, llevaron a cabo una jornada conmemorativa que tuvo por escenarios la Plaza México-Filipinas de la Costera Miguel Alemán y el Museo Histórico de Acapulco (MHA), Fuerte de San Diego.
La colocación de una ofrenda floral y la entrega, por parte del instituto a los aliados filipinos, de un baúl de Olinalá a modo de cápsula del tiempo, la cual contiene testimonios de las culturas guerrerenses de los siglos XX y XXI, refrendaron una fraternidad que surcó cerca de 10,000 millas náuticas en el océano Pacífico.
En el Fuerte de San Diego, el director del Centro INAH Guerrero, Héctor Romeo Torres Calderón y el cónsul y encargado de Negocios de la Embajada de Filipinas en México, Ralf Roldan, expresaron que la intención de ambos gobiernos es revitalizar la memoria del primer encuentro global, propiciado por esta ruta marítima, y unir voluntades de diversa índole para promover su legado.
Eventualmente, coincidieron, se propondrá una candidatura ante la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, para su inscripción en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Cabe recordar que desde 2009, este organismo estableció el 8 de octubre como el Día Internacional del Galeón de Manila.
Como explicó el titular del Centro INAH Guerrero, Héctor Torres, cuando en ese día, pero de 1565, la nao capitana San Pedro, al mando del cosmógrafo fray Andrés de Urdaneta, logró fondear en la bahía de Acapulco, se concretó una proeza que no habían conseguido cinco expediciones previas por parte de la Corona española: la ruta de tornaviaje hacia el Lejano Oriente.
Para 1815, año de la última travesía del Galeón Manila-Acapulco, el patrimonio cultural compartido durante 250 años, era ya un tesoro sin retorno. “Desde el INAH reafirmamos nuestro compromiso de seguir colaborando desde la investigación histórica, la educación patrimonial, la divulgación científica y la cooperación internacional, para construir juntos una nueva Ruta Filipinas-México, en este siglo XXI”.
A su vez, el cónsul Ralf Roldan manifestó que estas grandes embarcaciones unieron a los pueblos de Asia, América y Europa por 250 años; en ese sentido, la cápsula del tiempo obsequiada por el INAH, “será un mensaje para las futuras generaciones, sobre la trascendencia de la cooperación y la solidaridad en la distancia y el tiempo”.
En su participación, la presidenta municipal de Acapulco, Abelina López Rodríguez, reiteró que este puerto se convirtió en el corazón del Pacífico, pues “en sus muelles no solo atracaban barcos, sino también ideas, lenguas, tejidos y sabores que definieron el rostro de la globalización temprana. Cada platillo y receta heredada de nuestras abuelas conserva un eco de aquellos viajes”.
Precisamente, esta celebración tuvo como eje “La gastronomía filipina en las costas de Guerrero”. El tema fue abordado en una conferencia por la historiadora acapulqueña Maricruz Piza López, quien expuso las formas en que los “indios chinos”, migrantes asiáticos, las prácticas culturales de la Nueva España.
Por el océano Pacífico se regularizó un comercio que trajo consigo alrededor de 3,776 esclavos “chinos”, procedentes de diversos puntos del sureste asiático. Los “indios chinos” compartieron sus conocimientos agrícolas como el cultivo y explotación del cocotero y el arroz, e introdujeron a la cocina novohispana el manejo de especias y diversas recetas, abundó.
Los chefs Avril Navarrete Ríos, Jenny Barajas Ramos y Diego Alejandro Cruz, intercambiaron en un conversatorio secretos culinarios como el guinatán y el linogao, dos platillos de origen filipino, los cuales fueron degustados por el público en una muestra gastronómica.
Durante la celebración de los 460 años del Galeón de Manila también se llevó a cabo, el viernes 10 de octubre, la presentación del libro El viaje de Galo, escrito en español y en filipino (basado principalmente en el tagalo); la obra, publicada por la Embajada de Filipinas, será distribuida a las infancias guerrerenses para mostrarles cómo convive, día a día, con las historias y los saberes que trajo consigo esta embarcación.
Asimismo, en el MHA fue inaugurada la exposición Cuauhtémoc. Historia y Memoria. Bajo el auspicio del Museo del Templo Mayor, en el Fuerte de San Diego se presenta una veintena de piezas arqueológicas, históricas, etnográficas y artísticas, que ilustran la vida, las hazañas y el mito del tlatoani mexica, quien coordinó la defensa militar de Tenochtitlan y Tlatelolco, ante la invasión española.