Dos fenómenos ha desatado el lanzamiento del nuevo disco de Taylor Swift, ‘The Life of a Showgirl’. Uno esperable: se ha encaramado a lo más alto de las listas de ventas, llevándose por delante un par de records previos y confirmándola como la principal superestrella pop del momento. Otro no tanto: a las swifties no les ha terminado de convencer el producto. Que la crítica especializada le tenga ojeriza a Taylor Swift no tiene nada de raro, pero… ¿sus propias fans? ¿Está cambiando el statu quo en la paradisiaca Villa Taylor?
Cien millones de nólares. El disco llegó a las tiendas el pasado 3 de octubre y de inmediato batió sus primeros records: 2,7 millones de copias en su primer día solo en EE.UU., batiendo el récord anterior de Swift, siendo la segunda cifra más alta de ventas en una semana de la historia (solo ’25’ de Adele va por delante). Como ya contamos, la película-documental que acompaña el lanzamiento, ‘The Official Release Party of a Showgirl’ recaudó casi 50 millones de dólares en su primer fin de semana en EE.UU.
Unas cuantas críticas. De lo nuevo de Swift se ha dicho que es “un hilo musical solo amable”. Que “su música nunca ha sido tan poco atractiva”. Que es una “obra maestra de lo cringe”. Que está lleno de “canciones pop de diseño clásico, con arreglos estándar de estrofa y estribillo y que rara vez superan los cuatro minutos de duración” (y no es un elogio). Y que “es más disfrutable si no te tomas a Taylor Swift —la artista, el personaje, la persona— demasiado en serio”. Pero claro, la crítica. ¿Quién hace caso de Pitchfork a estas alturas?