Consuelo vive cada día con una herida abierta desde hace tres años y dos meses, cuando su hijo de nombre José Alfredo Cruz Niurulu de 44 años de edad, desapareció sin dejar rastro. Desde entonces, no ha recibido una sola llamada, un testimonio claro ni la más mínima noticia que le indique dónde está o qué pudo haberle sucedido.
Su hijo, una persona tranquila, que solía vender agua en su colonia, salió de casa aquella tarde, según recuerda su madre. Pasó el tiempo y jamás regresó. Consuelo, preocupada, comenzó a buscarlo, preguntando en cada esquina, pero nadie le dio indicios del paradero de su hijo.
Doña Consuelo refiere que su hijo tenía un tratamiento médico; como madre, le preocupa el estado de salud en que se pudiera encontrar su hijo. A través de un comentario que recibió doña consuelo, referente que su hijo se encontraba en la colonia. Las granjas decidió salir de su hogar para poderlo buscar en dicha colonia, sin embargo, nadie le dio razón de él.
La búsqueda se ha vuelto parte de la rutina de Doña Consuelo; aunque han sido noches sin dormir por la angustia, ella mantiene aún la fe de que su hijo regrese a salvo. Mientras tanto, Doña Consuelo sigue esperando, buscando, resistiendo. Porque para una madre, la esperanza nunca desaparece.