Sin embargo, el medicamento, conocido como lecanemab, solo tiene un pequeño efecto y su impacto en la vida diaria de las personas es debatible.
Además, el fármaco es efectivo en las primeras etapas de la enfermedad, así que muchos pacientes quedarían excluidos sin que haya un método revolucionario para detectarlo anticipadamente.
Lecanemab ataca la placa pegajosa -llamada beta-amiloide– que se acumula en el cerebro de personas con alzhéimer.
Para un campo médico que está plagado de fracasos, desesperación y decepción, algunos ven este resultado experimental como un punto de inflexión triunfal.
La organización investigativa de Reino Unido Alzheimer’s Research UK calificó el descubrimiento de “trascendental”.
El profesor John Hardy, uno de los más destacados investigadores del mundo que desde hace 30 años propone la idea de fijarse en el amiloide, lo declaró como “histórico” y se manifestó optimista en que “estamos viendo el comienzo de las terapias de alzhéimer”.
Por su parte, la profesora Tara Spires-Jones, de la Universidad de Edimburgo, dijo que los resultados eran “un gran logro porque hemos tenido una tasa de fracaso del 100% durante mucho tiempo”.
En la actualidad, a la gente con alzhéimer se les receta medicamentos para ayudar a manejar los síntomas, pero ninguno de esos cambian el curso de la enfermedad.
El amiloide es una proteína que se aglomera en los espacios entre las neuronas del cerebro y forma placas características que son una de las marcas distintivas del alzhéimer.
La prueba experimental a gran escala contó con la participación de 1.795 voluntarios en la etapa inicial de alzhéimer. Se les aplicaron infusiones de lecanemab cada 15 días.
Los resultados, presentados en la conferencia de Pruebas Clínicas sobre la Enfermedad de Alzheimer, en San Francisco, y publicados en el sitio especializado New England Journal of Medicine, no representan una cura milagrosa.
La enfermedad continuó robando a los pacientes de su potencia cerebral, pero ese declive se ralentizó casi en un 25% a lo largo de un tratamiento de 18 meses.
Los datos ya están siendo evaluados por los entes reguladores en Estados Unidos que pronto decidirán si aprueban el uso generalizado de lecanemab. Los desarrolladores del fármaco -las compañías farmacéuticas Eisai (de Japón) y Biogen (de EE.UU.)- planean iniciar el proceso de aprobación en otros países el año entrante.
David Essam, que tiene 78 años y es de Kent, en Reino Unido, participó en la prueba internacional.
Su enfermedad de Alzheimer significó que tuvo que retirarse de su empleo de carpintero, ya no podía recordar cómo construir un gabinete o usar sus herramientas. Ahora usa un reloj digital porque no puede saber la hora mirando las manecillas de un reloj.
“No es el hombre que fue, necesita ayuda con la mayoría de las cosas, su memoria en general es casi inexistente”, comentó su esposa, Cheryl. Pero dijo que la prueba le había dado esperanza a la familia.
“Hay una enorme brecha entre los que provee el servicio actual y lo que se necesita hacer, para proporcionar estas terapias que modifican la enfermedad”, expresó la doctora Coulthard.
Añadió que, en la actualidad, solo aquellos que viven cerca de grandes centros médicos o que pagan por salud privada serían los beneficiados.
Los científicos también resaltaron que el amiloide es apenas una parte del complejo panorama de la enfermedad de Alzheimer y no debería convertirse en el único punto de atención de las terapias.
El sistema inmune y la inflamación están fuertemente vinculados a la enfermedad y otra proteína tóxica llamada tau es una que se encuentra donde las células actualmente se están muriendo.
“Ahí es donde yo pondría mis esfuerzos”, afirmó la doctora Spires-Jones.
“Estoy muy emocionada de que estemos en el umbral de entender lo suficiente para adueñarnos del problema y deberíamos tener algo que haga una mayor diferencia en una década más o menos“.
Kate Lee, directora ejecutiva de la caridad Alzheimer’s Society, dijo, que tampoco estimaba de lecanemab tendría un “enorme impacto” en los que ya viven con demencia.
Pero agregó que debería “marcar una gran diferencia” en generaciones futuras.