Seguramente hayas escuchado que una de las consecuencias más graves que está teniendo el calentamiento global es que se están derritiendo los polos.
Y quizás incluso hayas oído las advertencias de los científicos de que el Ártico y partes de la Antártica se están calentando entre dos y tres veces más rápido que el resto del planeta.
Pero ¿sabes por qué los polos son importantes -más bien, vitales- para la humanidad?
¿Y por qué las regiones más frías del globo son las que más se están calentando?
Pues, posiblemente intuyas que la función principal de los polos es enfriar la Tierra. Y algo de razón tienes.
Pero no porque actúen como el freezer del planeta.
La razón por la que estas grandes extensiones de hielo enfrían no es que sean heladas. Enfrían sobre todo porque son blancas. Y ese blanco refleja el calor del Sol.
“El hielo del planeta refleja la cantidad justa de energía solar de regreso al espacio”, explica el divulgador naturalista David Attenborough en el documental Breaking Boundaries: The Science of Our Planet (“Rompiendo límites: la ciencia de nuestro planeta”).
“Este efecto de enfriamiento ha sido fundamental para mantener estable la temperatura de la Tierra”, remarca en el film que Netflix estrenó a mediados de este año.
Sin los rayos del Sol no podríamos vivir, pero tampoco podríamos hacerlo si la Tierra absorbiera el 100% de la radiación solar.
Por eso es tan clave la capacidad de nuestro planeta de poder reflejar parte de ese calor, un fenómeno conocido científicamente como albedo.
“El problema empezó con la revolución industrial, cuando nosotros como especie comenzamos a tener una influencia sobre el clima, porque empezamos a ser una fuente importante de emisiones de gases de efecto invernadero”, explica Lucas Ruiz, geólogo del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (Ianigla)
Ruiz fue uno de los autores del último informe del Panel Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (IPCC), que concluyó que inequívocamente la quema de combustibles fósiles y otras acciones contaminantes del hombre son las que están causando que el planeta se caliente a una velocidad nunca antes vista.
La reducción del albedo se dio, por un lado, por los residuos de la combustión de hidrocarburos que depositaron ollín sobre el hielo y la nieve, indica Ruiz.
Pero el mismo derretimiento también oscureció la superficie de los hielos, generando pequeños cuerpos de agua y fomentado el crecimiento de algas.
“Si uno mira a Groenlandia desde el aire, en vez de ver blanco ve blanco azul, blanco azul, blanco azul”, destaca Ruiz sobre el casquete polar que más rápidamente se está derritiendo.
Los hielos marinos del Ártico -los más extensos del planeta- también están perdiendo masa a velocidades récord, exponiendo la superficie oceánica.
El problema, dice el experto, es que mientras el hielo refleja el 90% del calor del Sol, el agua solo refleja el 20% y el 80% es absorbido, elevando sus temperaturas, lo que hace que también se expanda.
La combinación del hielo que se derrite y el agua que se expande está haciendo que se eleve el nivel del mar, lo que representa una amenaza para las ciudades costeras, entre ellas varias de las capitales del mundo.
Las estimaciones del IPCC son que, incluso si el mundo logra ponerse de acuerdo para que la temperatura del planeta no supere los 1,5°C por encima de los niveles preindustriales -hoy nos estamos acercando a 1,2°C- el daño ya generado hará que para 2050 el nivel del mar suba 50cm con respecto a los niveles del 1900.
“Parece poco pero es muy malo, porque cuando lo proyectas en la línea de costa, dependiendo de la pendiente que tiene la costa, puede llegar a ser kilómetros“, afirma Ruiz.