La crisis migratoria en la frontera sur continua, focalizada en la ciudad de Tapachula, donde más de 30 mil migrantes se encuentran varados y dispersados por todo el municipio.
La estrategia de control y regulación del fenómeno migratoria irregular proveniente del centro, caribe y sur de américa no es exitoso en el sur de México y prueba de ello, son los cientos de migrantes de distintas nacionalidades que llegan al parque central de Tapachula todos los días.
El presidente del Comité de Consulta y Participación Ciudadana (Cocoparci) del Soconusco, Jorge Gutiérrez Franco, dijo que los muros no van detener a los migrantes que tienen el objetivo de llegar a los Estados Unidos.
“Ni con muros se va a detener a los migrantes, ni Estados Unidos ha podido y hizo que ha colocado murallas; lo que se tiene es mejorar la estrategia de control en el ingreso de estas personas, para garantizar la seguridad de los ciudadanos mexicanos”.
Jorge Gutiérrez Franco / Presidente de COCOPARCI Soconusco
En la frontera sur, entre México y Guatemala, existen decenas y decenas de pasos informales o puntos ciegos por donde todos los días, a través del río Suchiate, cruzan miles de migrantes para internarse en el país.
Los puertos fronterizos o pasos oficiales están custodiados por las autoridades mexicanas, el problema está en los 700 kilómetros de frontera que no tienen vigilancia y es aprovechada por los migrantes.
“Ahora con la aprobación de la cámara de senadores de ampliar un periodo mayor para que los militares estén realizando tareas de seguridad pública que agremiada Guardia Nacional, Marina y corporaciones de seguridad estatal y local, debidamente coordinados deben establecer mayor vigilancia porque no es solo la seguridad física de los ciudadanos en cuanto a sus pertenencias bienes y posiciones, es también un problema de salud por las pandemias, porque vienen muchos migrantes enfermos, se han tenido casos de paludismo y dengue.
Enfatizó, ni el Instituto Nacional de Migración, tampoco la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados, tienen la capacidad económica y de personal para afrontar el flujo migratorio que desde el 2018 con las primeras caravanas no ha detenido su intensidad, lo que ha dejado una severa crisis humanitaria y de seguridad en los municipios de la franja fronteriza con Guatemala.
Dentro de esos grupos vienen familias muy necesitadas con niños, pero también se infiltran integrantes de las maras, quienes están generando la inseguridad en la región.
Insistió, a las autoridades federales y estatales no bajar la guardia para controlar a la delincuencia.