Cada 8 de diciembre, miles de creyentes llegan a Santa Catarina Juquila para honrar a la Virgen, una advocación profundamente arraigada en la identidad espiritual de Oaxaca. La fecha coincide con la celebración de la Inmaculada Concepción y marca un día en el que la devoción se desborda en los caminos, pues familias completas emprenden largas peregrinaciones para agradecer favores recibidos o pedir nuevos milagros. El ambiente se llena de colores, música y un sentimiento colectivo de esperanza.
A lo largo de la jornada, el santuario se convierte en el corazón de las festividades: se realizan misas especiales, procesiones solemnes, danzas tradicionales y rituales que combinan tradición católica con expresiones culturales de la región. Las calles se iluminan con fuegos artificiales, los fieles llevan ofrendas de flores y veladoras, y los cantos resuenan en cada rincón como una muestra viva de fe comunitaria. Todo ello refuerza el papel de Juquila como uno de los destinos religiosos más importantes del estado.
Además, esta conmemoración destaca por el profundo significado que la Virgen de Juquila tiene para sus devotos. A ella se le atribuyen incontables milagros y su imagen es considerada protectora de quienes viajan, trabajan y buscan consuelo. Por eso, año con año la festividad no solo reafirma la tradición, sino también la unión de miles de personas que encuentran en esta pequeña pero poderosa imagen un símbolo de fortaleza espiritual.
