En el paisaje urbano de México, la influencia de Manuel Tolsá se erige como un testimonio vivo de la grandeza neoclásica del siglo XIX. Este destacado arquitecto y escultor valenciano, llegado a la Nueva España en 1791, revolucionó la escena arquitectónica de su tiempo, conjugando la majestuosidad del clasicismo con la innovación estética que marcó el ocaso del periodo virreinal.
El legado de Tolsá también se extiende a intervenciones urbanísticas como el diseño de plazas y espacios públicos, entre ellos, la culminación de la Catedral Metropolitana de la Ciudad de México, donde realizó la terminación de las torres y la colocación de la estatua de la Fe en el remate del edificio.
La influencia de Manuel Tolsá perdura en la memoria histórica de México. Su capacidad para combinar la funcionalidad arquitectónica con la expresividad artística le convirtió en un innovador que moldeó el rostro de la Nueva España y dejó una huella imborrable en la identidad cultural del país.