Bajo el pretexto de proteger las variedades de maíz criollo de México, el Congreso de la Unión aprobó una reforma que prohíbe la siembra de maíz transgénico en el país. Sin embargo, esta medida ha sido recibida con preocupación por productores en Chiapas, quienes consideran que la reforma es ambigua y podría agravar la crisis que enfrenta este cultivo.
Jorge Arroyo Ruiz, un productor de maíz en la región Soconusco, advierte que la prohibición incrementará la importación de este alimento, lo que encarecerá el trabajo de los agricultores, ya afectados por la sequía y el alto costo de los insumos.
“La reforma solo empeorará nuestras condiciones, haciendo que el trabajo en el campo sea aún más difícil”.
Jorge Arroyo Ruiz / Productor de Maíz en el Soconusco.
La contradicción es evidente: mientras el gobierno de la Cuarta Transformación busca restringir la siembra de maíz transgénico, permite al mismo tiempo la importación de millones de toneladas de este grano desde países como Estados Unidos y Brasil. Esta doble moral no solo pone en jaque a los productores locales, sino que también pone en riesgo la competitividad del maíz mexicano.
La entrada de maíz transgénico al mercado nacional hará que los precios de los productos criollos cosechados en México sean menos competitivos. Los trabajadores del campo estaran obligados a vender sus cosechas a precios fijados por la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader), lo que, minimizan las ganancias y el cultivo de maíz se convierte en una opción poco rentable.
Esta situación podría tener un efecto devastador: cada vez menos personas se dedicarán a la agricultura, lo que agudiza el déficit de producción en el país. La prohibición del maíz transgénico, lejos de ser una solución, podría convertirse en un obstáculo insalvable para la supervivencia de los productores locales en Chiapas.
Es imperativo que las autoridades reconsideren esta reforma y busquen soluciones que realmente fortalezcan al campo mexicano, en lugar de poner en riesgo la seguridad alimentaria del país.
En la región Soconusco los productores han logrado producir hasta 10 toneladas con una variedad hibrida, mientras que con un criollo apenas alcanzan las 5 toneladas, lo que demuestra el riesgo que representa esta prohibición.