En la actualidad, Carlos Slim es el principal socio de Petróleos Mexicanos (Pemex) y pasó de ser el hombre más rico de México al magnate petrolero más importante del país, aunque esa transformación ocurrió de forma sutil.
Y es que Carlos Slim adquirió una participación en Talos Energy antes de transferirla a la filial mexicana de la empresa.
En 2023, concretó un acuerdo por 530 millones de dólares para comprar dos yacimientos petrolíferos a otro multimillonario: Petrobal a la familia Baillères, según reportó el CEO al año siguiente.
Después, puso en marcha un plan de 1,200 millones para explotar un yacimiento de gas en el Golfo de México.
En conjunto, Slim ha invertido más de 2,000 millones de dólares para convertirse en el socio privado más importante de Pemex y, en realidad, uno de los pocos inversionistas dispuestos a hacer negocios con el monopolio petrolero, fuertemente endeudado y con problemas operativos.
Hay que recordar que Slim construyó su imperio de 94 mil millones a partir de la privatización de una empresa de telecomunicaciones que por muchos años monopolizó la tenlefonía en México.
Y ahora, a sus 85 años, recorre un camino similar al que lo catapultó a la cima de la riqueza mundial, pues igual que en la subasta gubernamental de Telmex en 1990, Slim vuelve a tener un presidente que recurre a él en busca de ayuda, una empresa que pierde dinero y necesita un impulso de eficiencia, y un sector sin competencia real.
“Es un monopolista puro, ¿y a quién no le gusta un buen monopolio?”, dijo en una entrevista para Bloomberg John Padilla, director general de la consultora energética IPD Latin America.