Japón y su sociedad llevan tiempo inmersos en un proceso de transformación donde el papel del “extranjero” cada vez es más importante. Llegan oleadas al país, y en muchos casos para quedarse. El ejemplo más claro se está dando con muchos chinos que llegan para no regresar, pero es exponencial a todas las naciones. Esto está dando como resultado que la población de residentes extranjeros de avanzada edad sea cada vez mayor, y con ello, de muertes.
Un problema que nadie vio llegar. Lo contaba este fin de semana Nikkei. Los residentes extranjeros en Japón están lidiando con serias dificultades para enterrar a sus seres queridos. ¿La razón? La predominancia de la cremación, que se ha convertido en la norma en el país. El 99.99% de los fallecidos en Japón son cremados, según el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar, lo que deja a quienes requieren entierro por motivos religiosos o simplemente por tradición con muy pocas opciones.
El problema es especialmente crítico para las comunidades musulmanas y cristianas, que consideran la cremación inaceptable. La situación se agrava a medida que la población extranjera envejece y crece la demanda de espacios de entierro, lo que ha convertido el tema en todo un desafío cada vez más urgente para la nación.
Ejemplos de una crisis. En el reportaje del medio contaban un caso ocurrido el pasado mes de enero tras la muerte de un hombre paquistaní en Kanagawa que desató una frenética búsqueda de un cementerio que permitiera su entierro. Su familia, con recursos limitados, no podía repatriar su cuerpo, y tras múltiples rechazos y costes elevados, finalmente lograron sepultarlo en el cementerio Honjo Kodama en Saitama, por un montante de 300.000 yenes (alrededor de 2.000 euros), pagado por amigos de la comunidad.
Hay más casos similares que se repiten en todo el país. Por ejemplo, el de una mujer cristiana coreana de 80 años que falleció en octubre, y su hijo tardó mes y medio en encontrar un sitio de entierro. Durante ese tiempo, su cuerpo tuvo que ser almacenado en una instalación policial.
Factores que dificultan los entierros. Hay varias claves para entender la polémica en torno a la escasez de cementerios que permitan entierros. El primero ya lo decíamos: el predominio de la cremación. Japón ha pasado de enterrar a sus muertos a incinerarlos casi en su totalidad en los últimos 50 años. En 1913, solo el 31% de los fallecidos eran cremados, pero para 1934 ya se había convertido en la práctica mayoritaria debido a preocupaciones sanitarias y falta de espacio.