Sus oficinas no tienen letreros ni escritorios: son hoteles o departamentos. Sus clientes, quienes buscan ese tipo de experiencias… y pueden pagarlas. La realidad en México no se puede ignorar: entre 150 mil y 200 mil personas ejercen el trabajo sexual, y el 90 % son mujeres. Algunas por necesidad y otras por elección, pero cada una llega a este trabajo por distintas razones…
“Por necesidad, necesitaba comer, necesitaba vivir dignamente. Comencé a trabajar porque me separé, entonces se me acabó el dinero y pues una amiga me dijo que fuéramos a trabajar. Me dijeron que fuéramos a pedir trabajo y pues fuimos”, comentó Mónica Urias, trabajadora sexual.
Aunque el trabajo sexual no está penalizado en México, tampoco cuenta con una regulación a nivel federal. Esta actividad está presente en todo el país, pero se concentra especialmente en ciudades fronterizas como Tijuana, Chihuahua y Tamaulipas, así como en destinos turísticos de alto perfil como Cancún y Los Cabos, Baja California Sur.
“Lo que se castiga es la explotación sexual, entra como trata de personas. El derecho a la sexualidad incluye el derecho a trabajar con la sexualidad”, informó el abogado, José Luis Eloy.
Para muchas mujeres que eligieron el trabajo sexual de manera consciente y voluntaria, esta profesión representa una oportunidad: les brinda autonomía, flexibilidad y beneficios que no encuentran en otros empleos.
“Es un trabajo bien remunerado; en solo una hora puedes llegar a ganar lo equivalente a dos o tres días de trabajo en otro empleo”, destacó Dash.
Sin embargo, como en toda profesión, también existe un lado oscuro: enfrentan prejuicios, miradas de desaprobación y juicios constantes. Y lo más grave, a veces ni siquiera la justicia está de su lado. 6 de cada 10 trabajadoras sexuales han sufrido violencia física o sexual.
“Si yo denuncio, probablemente se van a reír; no me van a tomar en serio, porque asumen que es parte del trabajo. Pero eso no es cierto. Antes de ofrecer cualquier servicio, dejamos muy claros los acuerdos y los límites. Si el cliente no los respeta y cruza esas líneas, no es parte del trabajo: es una agresión”, agregó Dash.
Si bien es cierto que en los últimos años han aumentado los contagios de enfermedades de transmisión sexual en el país, no es correcto asumir que el riesgo se concentra exclusivamente en el trabajo sexual. Según datos del CENSIDA, solo alrededor del 0.7 % de quienes ofrecen estos servicios son portadores.
“Yo me hago exámenes cada 3 meses, hago uso de perseverativo en todas mis prácticas y estoy apunto de terminar mi esquema de vacunación para el virus del papiloma humano”, comentó Roxanne.
Algunas trabajadoras sexuales esperan a sus clientes en la calle; otras, en cambio, ofrecen sus servicios a través de plataformas digitales. Lo cierto es que cada vez más personas se dedican a esta profesión, porque la demanda no deja de crecer.
“Siempre vienen con su discurso de que no sabe lo que hace, o no le quedó de otra; la verdad es que hay muchas personas que elegimos este trabajo”, subrayó Roxanne.
El trabajo sexual es por voluntad y concensuado por ambas partes; pero en cambio la explotación sexual ocurre cuando una mujer u hombre es obligada a tener intimidad con una o muchas personas.
Si tienes sospechas de trata de personas, no guardes silencio. Llama a la Línea Nacional contra la Trata: 800 5533 000. Tu denuncia puede salvar una vida.