Mejorar tu alimentación no requiere una transformación radical. A veces, pequeños ajustes pueden generar grandes beneficios para tu salud.
Por ejemplo, sustituir los refrescos por agua infusionada con frutas es una manera sencilla de reducir el consumo de azúcar. También puedes optar por snacks saludables como nueces o frutas frescas en lugar de papas fritas o galletas. Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition demuestra que pequeñas modificaciones alimenticias pueden disminuir el riesgo de enfermedades cardiovasculares en un 20%.
Planificar tus comidas con antelación es otro hábito efectivo. Esto no solo evita recurrir a opciones poco saludables, sino que también te ayuda a ahorrar tiempo y dinero. Puedes empezar con algo simple, como preparar tu desayuno la noche anterior, ya sea avena refrigerada o un smoothie.
Recuerda que el objetivo no es la perfección, sino la consistencia. Cambiar un hábito a la vez te permitirá mantener un estilo de vida saludable a largo plazo.
– Paco Corral
Nos vemos en Giros Puebla todos los días de 11 a 1 pm.